1/11/11
Compatriotas: La reversión del comunismo a la democracia
para retomar el sendero que nos llevará a la inserción de Venezuela en la
sociedad del conocimiento o de la información, superando el atraso político,
económico, social y cultural que padecemos, exige convenir en una hoja de ruta,
que sirva de base para un pacto nacional a largo plazo. Pensemos en una hoja de
ruta que el país nacional debe imponerle a los políticos.
Distingamos entre el acceso al poder y la toma del poder. Se
accede al poder por la vía electoral. Se toma el poder por cualquier vía, no
necesariamente violenta. En una democracia se accede al poder, puesto que rige
el principio de alternabilidad que se hace efectivo con elecciones justas y
transparentes. No se justifica otra vía. En una tiranía comunista, por
añadidura copiada de la cubana, no hay posibilidad de acceso al poder de la
oposición demócrata porque no hay alternabilidad, sino reelección indefinida
legitimada con una farsa electoral. Por ello los demócratas deben apelar a
todas las formas de lucha de acuerdo con las circunstancias, principalmente la
rebelión popular no necesariamente armada.
En una tiranía comunista sólo hay una vía para la oposición
demócrata: tomar el poder. No significa renunciar a la participación electoral,
sino insertarla dentro de la estrategia para la toma del poder. ¿Cómo? Veamos
estos dos casos a título de ejemplo. Primero el caso venezolano, o el tránsito
de una democracia a una tiranía, que igual puede darse a la inversa: se accede
al poder por elecciones y luego se toma el poder desde adentro barriendo el
sistema imperante. El segundo caso es el peruano, o el tránsito de una tiranía
a una democracia: se asegura la candidatura única de oposición y después de
asegurada, se condiciona la participación en las elecciones mientras se va
creando el clima de rebelión contra la tiranía con la movilización popular que
alcanza su clímax en el desafío de la abstención militante o el desconocimiento
del resultado electoral. Así deslegitimó Toledo la segunda reelección de
Fujimori, quien a los cuatro meses era un fugitivo.
En Venezuela no está planteado un simple cambio de gobierno,
eligiendo un nuevo presidente. Está planteado un cambio de sistema, por lo cual
hay que tomar el poder. Pero no sólo para hacer un cambio de sistema político,
de dictadura militar a democracia civil, como sucedió en Chile después de
Pinochet y en España después de Franco. Es algo distinto y de mayor entidad.
Hay que cambiar el sistema comunista a la cubana, que ha desarticulado la
economía y generado la descomposición social. Es, pues, un cambio, no sólo
político, sino económico, de una economía comunista al estilo cubano, a medio
construir, a una economía de mercado, como la existente en Estados Unidos, en
Europa y en todo el mundo globalizado. Lo planteado es todavía más: un cambio cultural
del parasitismo clientelar y de la inversión de valores a un paradigma de
superación mediante el estudio y el trabajo como valores superiores de la
sociedad venezolana. Este es el verdadero desafío a enfrentar para poder
construir una nueva democracia sobre bases sólidas, una nueva economía adecuada
al avance vertiginoso de la sociedad del conocimiento o de la información y una
nueva sociedad sustentada en principios y valores.
El cambio de sistema asume entre nosotros un carácter que no
tiene antecedente en doscientos años de historia republicana. Es la liberación
del yugo colonial cubano, algo insólito e inconcebible hasta ayer no más.
Cambiar de sistema implica forzosamente romper con la Cuba comunista y ponerle
fin a la sujeción ignominiosa a que estamos sometidos. Entonces no sólo se debe
hacer el cambio del sistema político, del sistema económico y de la cultura que
los sustenta, sino también la liberación de la dominación colonial, evidente
con la servidumbre a la monarquía comunista cubana que mantiene una presencia
masiva de agentes suyos en la administración civil, en la fuerza armada y en
los ejércitos irregulares llamados milicias, así como en la captación y
dotación de las bandas armadas de delincuentes.
Es utópico repetir en sentido inverso la estrategia de toma
del poder practicada por El Tirano: ganar elecciones y luego acabar con el
sistema, porque los tiranos no son ingenuos como los demócratas. Los demócratas
venezolanos sólo tenemos la alternativa de tomar el poder desde la calle aprovechando
tres circunstancias: agitación electoral, descontento general y decadencia
física de El Tirano por la enfermedad.
No hay otra.