28/5/14
Las llamadas “elecciones” en los municipios de San Cristóbal y San Diego del pasado 25M pueden servir para ilustrar la paradójica situación a que conducen las tácticas políticas comunistas cubanas que últimamente se han puesto en práctica en Venezuela.
La esencia del régimen político de La Habana puede definirse como “secretismo”, que consiste en la inversión del principio según el cual toda actuación del Estado es pública salvo que se declare secreta por vía de excepción expresa, a favor del principio contrario según el cual toda actuación del Estado es secreta a menos que se haga pública por expresa excepción.
De manera que las razones de Estado no pueden conocerse y lo único que queda al observador es hacer especulaciones acerca de cuáles podrían ser sus motivaciones y cuáles sus propósitos verdaderos más allá de las declaraciones, generalmente falsas.
Resumiendo: los alcaldes fueron secuestrados presumiblemente por órdenes de los militares golpistas, hoy gobernadores, José Gregorio Vielma Mora y Francisco Ameliach, respectivamente; acto seguido el TSJ les dio una bendición pseudo legal y el CNE hizo su parte convocando a elecciones exprés.
Un procedimiento lleno de incongruencias puesto que el régimen había despojado a las alcaldías de competencias en materia de orden público, intervino las policías municipales despojándolas de equipos antimotines, etcétera, luego, mal podía pedirles reprimir manifestaciones en sus jurisdicciones; ni puede explicarse esa distribución de responsabilidades que exculpa al poder central, a las gobernaciones y hace recaer toda la responsabilidad en sólo dos alcaldes, tanto menos cuando las protestas son nacionales e incluso internacionales.
La convocatoria a elecciones crea otro amasijo de incongruencias porque sólo sería procedente en caso de ausencia absoluta de los titulares, lo cual no es el caso, ni siquiera por la situación creada artificialmente por el ejecutivo, de manera que impone el dilema: si se participa en la comparsa se convalida la detención, la destitución, que hay ausencia absoluta, en fin, toda la barrabasada anterior; además de someterse a un proceso electoral írrito desde la raíz con un pronóstico nada halagador.
Aun ganando la supuesta elección, se cae en la situación desconcertante de lograr un triunfo dificultoso sin obtener nada más que lo que se les había arrebatado previamente, es decir, dar una gran carrera para quedar en el mismo sitio, con las mismas dos alcaldías que tenían antes. Eso se llama ganar para quedar igual.
En realidad mucho peor, porque los alcaldes originales siguen presos y sus esposas se exponen a sufrir el síndrome de Eveling: convertirse en “manos derechas” de Maduro. Humanamente, hay que considerar en qué situación se hallan esas señoras con sus esposos secuestrados por bandas que si algo han demostrado hasta la saciedad es su absoluta falta de escrúpulos. ¿Qué y cómo pueden negociar con los secuestradores? Visto que éstos les comunican que esperan muestras de su disposición a “cooperar”, en ese lenguaje del hampa que es tan paladeado por los golpistas.
Como siempre, hay algo de comedia en la tragedia: ¿Cómo es que gana la oposición con el 90% en San Diego y 75% en San Cristóbal; pero como gobernadores de los estados fueron electos militares del gobierno, lo mismo que pasa en Zulia? ¿Qué sociología, psicología social, estadística social o electoral permite explicar un comportamiento tan bizarro de un electorado que debería comportarse según los parámetros normales?
Y aquí se impone la tarea de tratar de comprender el porqué de esta tramoya: El primer objetivo que salta a la vista es relanzar a la MUD como representante único y legítimo de la “oposición”, creando la visión, de paso, de que pueden lograrse grandes cosas participando en elecciones, aunque resulta evidente que no se ha logrado nada.
Al fin asoma el rabo la razón principal: relanzar al CNE como “organismo imparcial, transparente y confiable”, cuyos resultados no pueden ser objetados por nadie, lo cual se traduce en una validación retroactiva de los procesos anteriores, porque no se podría explicar por qué estas elecciones estarían bien, si las gana la oposición, mientras las otras estarían mal, si las gana el PUSV.
Como en todos los buenos casinos de la mafia, siempre gana la casa.
SECUESTRADOS Y OLVIDADOS
Mientras la MUD celebra su triunfo a tambor batiente, sospechosamente acompañada por los voceros del gobierno, que sacuden sus panderetas; la masacre continúa sin pausa ni reposo. Ya nadie se acuerda de las decenas de muertos en las manifestaciones, minimizados bajo la avalancha de muerte cotidiana, por motivos fútiles o sin motivos.
Los heridos se cuentan por cientos, los presos por millares, ahora aprendemos otras denominaciones: bajo régimen de presentación, en beneficio procesal, bajo fianza, en libertad condicional, casa por cárcel, sobreseído, indultado: los venezolanos hablamos un lenguaje concentracionario, de condena pendiente.
La única noticia son las supuestas, posibles sanciones que aplicaría la administración de los EUA a algunos conspicuos violadores de derechos humanos; pero lo que salta a la vista es la reticencia, el ningún entusiasmo que muestra la administración Obama para aplicar las tales sanciones.
Cierto que algunos pocos senadores han librado una batalla casi heroica para empujar a la administración a hacer algo, sobre todo amparándose en precedentes recientes en los casos de Ucrania y Rusia; pero basta ver las caras de póker de los representantes de la administración para advertir la incomodidad de estos señores ante estas iniciativas.
La señora Roberta Jacobson dice un día que no hacen nada porque representantes de la MUD así se lo han pedido en reuniones previas, porque eso no favorecería el diálogo que adelantan con el gobierno, así que prefieren darle tiempo a la negociación. Luego se desdice y afirma que recordó mal, que dijo mal; pero en el fondo no niega la diligencia, sino que hizo mal al mencionarlo públicamente.
El desmentido de la MUD es tan jesuítico que necesitaría un traductor: ningún “vocero” de la MUD ha pedido nada a ningún funcionario americano, lo que no niega que lo haga un lobbysta, que para eso les pagan; no están de acuerdo con sanciones al país, cosa que nadie ha propuesto; pero no se oponen a que cada quien corra con la responsabilidad personal por sus actos, lo que parece muy de sentido común y que nadie ha negado; pero si no se oponen a las sanciones, ¿por qué simplemente no las apoyan?
Lo que queda claro, diga o desdiga la señora Jacobson, es que la administración de los EUA no se mueve por lo que pida o no pida la MUD, ni siquiera por las presiones de representantes de origen latino, sino por lo que ellos consideran que son sus intereses esenciales y los lineamientos de su política exterior, si es que le cabe ese nombre.
De siempre se ha dicho que la política exterior americana se mueve por ciclos de expansión y contracción, como diástoles y sístoles. Incluso algunos internacionalistas se han tomado el trabajo de ponerles fechas. La de Obama es obviamente de retraimiento, eso no es nada nuevo; sí es nuevo el sesgo izquierdista, de distanciarse de todo lo que parezca “de derecha”, unilateralismo, armamentismo, intervencionismo o imperialismo.
La nueva política es el multilateralismo, el diálogo, la concertación, la responsabilidad compartida y por encima de todas las cosas, no ser el policía del mundo, ni involucrarse en conflictos de ultramar. De allí la promoción de mesas y conferencias multilaterales, de Caracas a La Habana, de Teherán a Damasco; ya puede esperarse el resultado de la mesa entre Rusia y Ucrania, más o menos como la de árabes e israelíes.
Los venezolanos tendremos que acostumbrarnos a la soledad y al desamparo, hasta que hagamos como los judíos y demos lo que nos dan, con intereses.
PLOMO PAREJO
Casualmente cuando se están cumpliendo siete años del cierre de RCTV, la suspensión del popular programa de RCR, “Plomo parejo”, que conduce Iván Ballesteros, puede servir también para ilustrar el tema que venimos exponiendo.
Parece un hecho bastante obvio e imposible de discutir que cuando se trata de sintonizar ese programa en su dial 750, lo que se escucha en su lugar es otro programa llamado “Golpe a golpe”, que ya tenía fijas dos retrasmisiones.
El oyente sin ninguna malicia puede pensar que el programa de Ballesteros no le agrada al régimen (incluyendo a la MUD) mientras que este otro sí es grato a oídos cubanos, dejando de lado que el dueño del programa no debe ser anticastrista porque sería inexplicable que bajo un régimen castrista le vaya tan estupendamente bien.
El artificio de “Golpe a golpe” puede denominarse como el arte de pensar con la cabeza de otro. Ejemplo, celebran el “dakazo” y eso explicaría el éxito electoral arrollador de Maduro. Si les preguntaran si ellos fueron a saquear Daka o comprar electrodomésticos a precio de realización, responderían que no, ni votaron por Maduro y puede que como a cualquier persona honesta lo de Daka les parezca un horror; pero “la gente”, el pueblo, no piensa como usted o como yo; a ellos les parece una maravilla y votan por Maduro. ¿El fraude electoral? No. Esos son cuentos de camino. Maduro ganó por Daka.
A Chávez lo califican de gigante, de poseer todo aquello de lo que Maduro carece; pero los moderadores del programa no son chavistas. Son opositores sensatos que ven la realidad como la ve el pueblo, es decir, todos los que no son ellos; pero cuya intimidad psicológica pueden desentrañar mejor que si los mismos pobres tuvieran conciencia. En la otra orilla están los que no saben interpretar al país, por eso les va tan mal.
La verdad es que en Venezuela nadie es detenido ni sancionado por los motivos por los que es detenido o sancionado. Siempre las verdaderas razones quedan ocultas y las personas son acusadas por trivialidades, invenciones, motivos rebuscados, francas distracciones, por lo que terminan defendiéndose de molinos de viento. Este es el non plus ultra de la indefensión, porque en realidad no se sabe nunca cuál es el cargo, ni porqué se es perseguido.
No hace falta ningún esfuerzo para darse cuenta que esto es una variante o consecuencia del secretismo, una manera de ocultar los fines que persigue el régimen, las razones de Estado, incluso cuando sanciona y de paso deja sin defensa alguna al acusado.
A RCTV la cerraron por ser una emisora “golpista”, luego cambió el argumento por “se le venció la concesión” y es decisión soberana renovarla o no, interpretación sorprendente no sólo por sobrevenida, sino porque sería como si se vence el pasaporte, la cédula o la licencia de conducir y el Estado decidiera soberanamente no renovarlos (lo que por cierto han hecho algunos regímenes totalitarios); pero un fruto inesperado del “diálogo” es que cae en la mesa, frente al nuncio apostólico de su santidad, que los medios supuestamente libres en realidad son instrumentos de la oligarquía para la opresión del pueblo. Este régimen se ríe de esa falsa libertad de expresión.
Cuando menos se espera salta la liebre del pumpá: se cierra a RCTV, 40 emisoras de radio y sucesivamente todas las que queden para “liberar al pueblo” de la opresión capitalista. Lo que no queda claro es qué queda después de la expropiación, si las agencias TASS, SINJUA, Prensa Latina o la hegemonía comunicacional del régimen garantizan la libertad del pueblo antes oprimido (todo parece indicar que no es así).
Ahora se van vetando locutores, comentaristas y suspendiendo programas puntuales hasta que no queda ya casi nadie en el espectro radio eléctrico que no siga la línea oficial. Como es habitual, los ponen a refutar infundios y a defenderse de quimeras, mientras la razón permanece oculta, pero se sabe: el punto es que eres un opositor y aquí no se aceptan opositores, sino los oficiales, los autorizados por el régimen.
Si hubieran dudas, esta vez sí, un “vocero” oficial (RGA) celebra el cierre del programa porque “se metía más con la MUD que con el gobierno”; el problema es que sacaba al aire al exilio mayamero, que hace denuncias incomodas contra “voceros” de la MUD.
Por cierto que Julio Borges es el único político que tiene propagandas diarias en los medios y es muy llamativo que en sus micros, aparentando críticas al régimen, lo llama “nuestro gobierno”.
Al mal entendedor pocas palabras, a los buenos les basta el silencio.