27/5/13
Algunos demócratas venezolanos de buena voluntad, han venido planteando la convocatoria de una Asamblea Constituyente como una posible solución a la grave crisis que en todos los órdenes agobian a la Nación. Este planteamiento busca una salida “constitucional” frente a un régimen que no se le agua el ojo para violar descaradamente la constitución y las leyes.
La elección de los eventuales constituyentistas con un CNE que es y ha sido el instrumento fundamental del régimen para mantenerse en el poder parece una ingenuidad o un deseo bien intencionado. La elección de la nueva Asamblea Nazi-onal en el 2010 es la mejor muestra. Para esas elecciones el CNE haciendo uso de una vieja y condenada política en los Estados Unidos, denominada “Gerrymandering”, que no es otra cosa que delimitación de los circuitos electorales para favorecer a un partido político, dio como resultado que el régimen con 48% de los votos obtuviera el 60% de los diputados (98) mientras que los sectores opositores con el 52% de los votos obtuviera solamente 40% de los diputados (67). Cada diputado le “costó” al régimen en promedio 55.095 votos, mientras que cada diputado opositor costó en promedio 89.394 votos. En otras palabras cada diputado opositor costó 62.25% más que cada diputado del régimen.
Todo el sistema electoral venezolano, controlado por el régimen, está diseñado y constituido de manera tal que garantice su permanencia en el poder. Ir a la elección de una Asamblea Constituyente en esas condiciones, que no variarán mientras el régimen sobreviva, no solamente parece ingenuo sino suicida.
El secuestro de Globovisión por parte del régimen, a través de sus testaferros, es la expresión más clara del ánimo continuista y totalitario de la mafia de delincuentes de todo pelaje que se agrupa alrededor de Miraflores. La salida de Ismael García y el despido de Kiko Bautista por haber transgredido la política de la nueva directiva de prohibir la presencia de Henrique Capriles en la pantalla de Globovisión, son la confirmación de la condición de testaferros del régimen de los nuevos “propietarios”, expertos nadadores en las turbias aguas de la corrupción, el robo y la estafa. El cierre de esa ventana a todos los venezolanos, y en particular a la oposición, puede constituirse a mediano plazo en el más devastador de los errores políticos del hijo adulterino de Chávez. La oposición, las organizaciones sociales y los venezolanos en general, se verán obligados a buscar otros medios de expresión sin las cortapisas con que la vulnerable posición de Globovisión obligaba a ese canal a “moderar” las opiniones y expresiones de opositores y dirigentes de la protesta de trabajadores, empresarios, vecinos, ONGs, etc.
Estos sectores se verán ahora obligados a acudir a otros medios y formas de expresión, para llenar el vacío dejado por Globovisión. Un vacío que solamente puede ser llenado haciendo uso de los medios alternativos que ofrecen las redes sociales y el rumor, pero que fundamentalmente debe ser llenado con la denuncia y la protesta en las calles. Ello, sin duda, dará origen a un recrudecimiento de la represión violenta por parte de cuerpos oficiales de represión, militares y policiales, y de los bandas delincuenciales del paramilitarismo chavista, a los que en algún momento será inevitable enfrentar. Igualmente aumentará la utilización del Ministerio Público y el reptante poder judicial para arreciar el hostigamiento y la represión en contra de los activistas y dirigentes democráticos.
La solución a la crisis venezolana no es una constituyente. La crisis venezolana no es un problema jurídico sencillamente porque no hay estado de derecho. Para que existan posibilidades de solucionar los problemas que aquejan a la nación dentro de un marco constitucional y legal, se requiere que los actores estén dispuestos a jugar limpio, es decir sin trampas, sin ventajismos, sin extorsión, sin represión. La experiencia de casi quince años de desastre ininterrumpido no dejan lugar a duda alguna de que la confederación de bandas delictivas que se reparten, junto a sus chulos extranjeros, el botín en que han constituido a Venezuela, nunca ha respetado la constitución ni las leyes y menos aún la voluntad popular, en las que se cagan día tras día.
Un paso indispensable para la solución de nuestros problemas es desplazar, a como dé lugar, a los delincuentes, civiles y militares, enquistados como sanguijuelas en el poder. Si Maduro dice estar haciendo un “gobierno de calle” la sectores democráticos tenemos el derecho a hacer una recia “oposición de calle”.
Y “oposición de calle” significa protesta diaria, con presión desde la calle, en todos los ámbitos de la vida cotidiana: en las empresas, en las universidades, en los liceos, en los sindicatos, en los partidos, en el campo, en los mercados y abastos, en cada pueblo, en cada caserío. Una protesta que finalmente se consolide y generalice, que se convierta en una marea humana indetenible, que obligue a la salida de los asaltantes del poder. Se trata de una rebelión de los venezolanos, rebelión a la que tenemos legítimo derecho. Se trata de la sobrevivencia del país y la defensa de la libertad. Se trata del futuro de la Nación.
La constituyente, por ahora, no es la solución. En el futuro sería parte de la solución. La solución hoy, es la rebelión activa y permanente.