24/10/11
En
la manipulación de la opinión pública nacional y mundial sobre la
verdad de la situación socio-política vigente en Venezuela participan
las instituciones más tradicionales: religiosas, sociales, políticas,
académicas, empresariales, sindicales y gremiales. En algunos casos, la
distancia entre la realidad y la ficción sigue el curso general de los
valores que rigen las relaciones planetarias, en las que todo se
justifica siempre que se protejan los intereses nacionales, mientras que
en nuestro caso no hay vergüenza, cuando hemos sacrificado nuestra
libertad y cedido de manera total a intereses foráneos la soberanía
nacional.
El maquillaje más exitoso para encubrir la desaparición del Estadio de Derecho y para justificar la violación sistemática de los derechos humanos, hasta conformar expedientes irrefutables de crímenes de lesa humanidad y de lesa patria, ha sido el disfraz ideológico de la invasión y conquista de la República de Venezuela por el crimen organizado transnacional, utilizando como operador al Foro de Sao Paulo y como ejecutor al régimen cubano, promoviendo con éxito, entre la ignorancia e inexistencia de valores locales, un denominado “proceso”, a su vez revestido con el atuendo de una ideología de “izquierda” con tocado de “socialismo del siglo XXI”.
No existe posibilidad razonable de establecer el “imperio de la ley” mediante la práctica de las elecciones del CNE, por haber sido diseñadas integralmente como el instrumento privilegiado para desconocer la voluntad del colectivo y ejercer de forma arbitraria el control socio-político de la ex nación. La ocupación del territorio mediante el ejército cubano y los contingentes de mercenarios sólo aseguraría el control militar del territorio para la vigencia de VENECUBA, o CUBAZUELA.
Cuando los participantes activos y pasivos en actos electorales organizados en estas condiciones son señalados de colaboracionistas, se está describiendo de manera muy precisa la categoría de complicidad y de asociación con el régimen de ocupación, refiriéndolo al caso que engendró tal definición durante la ocupación nazi a Francia, que a su vez determinó la aparición de los valores que habrían sido las semillas para la creación de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El debate público de la demostración de los argumentos sostenidos anteriormente ha sido censurado por completo a partir del 4DIC2005 (“elección de la Asamblea Nacional”), cuando la sociedad civil venezolana generó de forma espontánea una manifestación trascendente reclamando el respeto de los valores del humanismo promovidos como ley de los Estados a partir de 1948, despreciando de forma pacífica y contundente el sistema político y electoral, desconociendo de forma clara y directa los poderes legislativo y electoral, e indirectamente el judicial, ejecutivo y ciudadano, pero fue traicionada hasta hoy por los practicantes directos del colaboracionismo político, y por los cómplices y socios del crimen organizado y en los crímenes de lesa humanidad.
Aún con las mejores intenciones, asociarse en cualquiera de las categorías: colaboracionistas, cómplices o socios del crimen organizado para promover y participar en el fraude político-electoral, columna vertebral para la “legitimación” y “legalización” de la usurpación de los poderes públicos nacionales, y progresivamente de los estados, municipios y parroquias, no cambia en absoluto la gravedad de los delitos como crímenes de lesa humanidad, causas universales e imprescriptibles.
Los representantes de las minorías nacionales en la MUD, respaldados por la escandalosa y cómplice acción institucional usurpada y por la censura de los medios de comunicación social, actúan como la otra cara de la moneda, como complemento del régimen, oprimiendo toda voz disidente de la práctica del mecanismo privilegiado electoral para cohonestar la usurpación de los poderes públicos y la representación del colectivo.
Los valores necesarios para restablecer el “imperio de la ley” en el territorio que ocupaba la República de Venezuela, recuperar las libertades y terminar de forma pacífica pero firme con la ocupación militar extranjera, para restablecer el ejercicio de los valores democráticos mediante el respeto de la voluntad del colectivo expresada en el sufragio universal, directo y secreto, están muy lejos de las pantomimas electorales organizadas por el régimen, su CNE y sus mesas coordinadoras o de la unidad democrática. Habría quedado establecido que participar de forma pasiva o activa en el fraude-pantomima político-electoral sólo contribuye a extender la vigencia de la usurpación de los poderes públicos y al irrespeto por los derechos humanos.
Retomar las acciones colectivas cuasi unánimes como el “participo votando” en el Referéndum “Ratificatorio” del 15AGO2004, o por el “participo no-votando” del 4DIC2005 tiene un carácter y un impacto determinante hacia el restablecimiento de los valores, todo lo opuesto con la deplorable pantomima electoralista que atribuye y celebra éxitos en la estrategia que proclama usurpadores rojos y azules, representantes de las dos caras de la misma moneda, mientras que con la asociación de los medios de comunicación social censuran y aplastan toda iniciativa legítima de carácter verdaderamente liberal y democrático.
Los principios universales del derecho así como el sentido común nos señalan la conveniencia y el deber de desconocer un régimen cuyo origen no ha sido otorgado por el pueblo, por el colectivo, o cuando habiendo sido legítimo en su origen se hubiere desviado posteriormente, pero en la confusión de la opinión pública han tenido y tienen un papel fundamental quienes promueven, aún con las mejores intenciones o con el mayor grado de interés o estupidez, un mismo sistema político-electoral que sirve tanto a dictadores como a los supuestos demócratas y excluye por completo a las mayorías.
No se trata de colocarle parches al Registro de Electores-RE, al Registro Civil-identidad, a los sistemas electrónicos-cajas negras, a la discriminación y persecución con el “apartheid criollo” para estimular el miedo y terror, pasando de 2800 asesinatos en 1998 a más de 19 mil en 2010 y al sometimiento patético de quienes juraron defender la soberanía con el uniforme del Ejército “forjador de libertades”. Se trata de otra cosa muy real y distinta.
El maquillaje más exitoso para encubrir la desaparición del Estadio de Derecho y para justificar la violación sistemática de los derechos humanos, hasta conformar expedientes irrefutables de crímenes de lesa humanidad y de lesa patria, ha sido el disfraz ideológico de la invasión y conquista de la República de Venezuela por el crimen organizado transnacional, utilizando como operador al Foro de Sao Paulo y como ejecutor al régimen cubano, promoviendo con éxito, entre la ignorancia e inexistencia de valores locales, un denominado “proceso”, a su vez revestido con el atuendo de una ideología de “izquierda” con tocado de “socialismo del siglo XXI”.
No existe posibilidad razonable de establecer el “imperio de la ley” mediante la práctica de las elecciones del CNE, por haber sido diseñadas integralmente como el instrumento privilegiado para desconocer la voluntad del colectivo y ejercer de forma arbitraria el control socio-político de la ex nación. La ocupación del territorio mediante el ejército cubano y los contingentes de mercenarios sólo aseguraría el control militar del territorio para la vigencia de VENECUBA, o CUBAZUELA.
Cuando los participantes activos y pasivos en actos electorales organizados en estas condiciones son señalados de colaboracionistas, se está describiendo de manera muy precisa la categoría de complicidad y de asociación con el régimen de ocupación, refiriéndolo al caso que engendró tal definición durante la ocupación nazi a Francia, que a su vez determinó la aparición de los valores que habrían sido las semillas para la creación de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El debate público de la demostración de los argumentos sostenidos anteriormente ha sido censurado por completo a partir del 4DIC2005 (“elección de la Asamblea Nacional”), cuando la sociedad civil venezolana generó de forma espontánea una manifestación trascendente reclamando el respeto de los valores del humanismo promovidos como ley de los Estados a partir de 1948, despreciando de forma pacífica y contundente el sistema político y electoral, desconociendo de forma clara y directa los poderes legislativo y electoral, e indirectamente el judicial, ejecutivo y ciudadano, pero fue traicionada hasta hoy por los practicantes directos del colaboracionismo político, y por los cómplices y socios del crimen organizado y en los crímenes de lesa humanidad.
Aún con las mejores intenciones, asociarse en cualquiera de las categorías: colaboracionistas, cómplices o socios del crimen organizado para promover y participar en el fraude político-electoral, columna vertebral para la “legitimación” y “legalización” de la usurpación de los poderes públicos nacionales, y progresivamente de los estados, municipios y parroquias, no cambia en absoluto la gravedad de los delitos como crímenes de lesa humanidad, causas universales e imprescriptibles.
Los representantes de las minorías nacionales en la MUD, respaldados por la escandalosa y cómplice acción institucional usurpada y por la censura de los medios de comunicación social, actúan como la otra cara de la moneda, como complemento del régimen, oprimiendo toda voz disidente de la práctica del mecanismo privilegiado electoral para cohonestar la usurpación de los poderes públicos y la representación del colectivo.
Los valores necesarios para restablecer el “imperio de la ley” en el territorio que ocupaba la República de Venezuela, recuperar las libertades y terminar de forma pacífica pero firme con la ocupación militar extranjera, para restablecer el ejercicio de los valores democráticos mediante el respeto de la voluntad del colectivo expresada en el sufragio universal, directo y secreto, están muy lejos de las pantomimas electorales organizadas por el régimen, su CNE y sus mesas coordinadoras o de la unidad democrática. Habría quedado establecido que participar de forma pasiva o activa en el fraude-pantomima político-electoral sólo contribuye a extender la vigencia de la usurpación de los poderes públicos y al irrespeto por los derechos humanos.
Retomar las acciones colectivas cuasi unánimes como el “participo votando” en el Referéndum “Ratificatorio” del 15AGO2004, o por el “participo no-votando” del 4DIC2005 tiene un carácter y un impacto determinante hacia el restablecimiento de los valores, todo lo opuesto con la deplorable pantomima electoralista que atribuye y celebra éxitos en la estrategia que proclama usurpadores rojos y azules, representantes de las dos caras de la misma moneda, mientras que con la asociación de los medios de comunicación social censuran y aplastan toda iniciativa legítima de carácter verdaderamente liberal y democrático.
Los principios universales del derecho así como el sentido común nos señalan la conveniencia y el deber de desconocer un régimen cuyo origen no ha sido otorgado por el pueblo, por el colectivo, o cuando habiendo sido legítimo en su origen se hubiere desviado posteriormente, pero en la confusión de la opinión pública han tenido y tienen un papel fundamental quienes promueven, aún con las mejores intenciones o con el mayor grado de interés o estupidez, un mismo sistema político-electoral que sirve tanto a dictadores como a los supuestos demócratas y excluye por completo a las mayorías.
No se trata de colocarle parches al Registro de Electores-RE, al Registro Civil-identidad, a los sistemas electrónicos-cajas negras, a la discriminación y persecución con el “apartheid criollo” para estimular el miedo y terror, pasando de 2800 asesinatos en 1998 a más de 19 mil en 2010 y al sometimiento patético de quienes juraron defender la soberanía con el uniforme del Ejército “forjador de libertades”. Se trata de otra cosa muy real y distinta.