18/10/11
Se trata de una historia de ciencia ficción en la cual existe una organización que vigilará los centros de votación, con ánimo y logística para detectar guisos y denunciarlos.
En esta fábula, los testigos no se negocian, ni se roban el dinero asignado para el funcionamiento de las mesas, ni aceptan como cierto un REP que tiene casi tantos fantasmas como humanos que respiran.
En el manoseado libreto, los protagonistas son virtuosos que no se han hecho la vista gorda con evidencias de los fraudes cometidos. Son personajes de este cuento quienes siempre aseguran que cubrirán todos los centros cuando el promedio de cobertura nunca ha pasado del 25% y así seguirá siendo mientras la historia sea la misma.
Sigue el cuento con su tragedia intacta: vivos haciéndose los tontos, ignorando que los rectores son chavistas, que las máquinas son manipulables al margen de los testigos; que la votación se monitorea en tiempo real y que el voto es todo menos secreto.
Omitiendo el talento, estos cuentistas de ficción son tan fantásticos como George Lucas y tan predecibles como los Tres Chiflados.
Pero la amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas es demasiado definitiva para seguir distraídos con este cuento. Hablemos con la verdad y con ciencia que no sea de ficción.
Los cuentistas seguirán su libreto, pero hoy somos muchos los que no nos creemos más ese cuento y vamos a escribir otra historia, una que sea real.
Juan Carlos Sosa Azpúrua